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Trabajo artificial

La IA aterriza con promesas de productividad y de sustitución de empleo, pero puede ayudar a reducir la jornada y a esquivar el paro masivo

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Febrero 2024 / 121
Ordenador con papeles IA

Ilustración
Midjourney

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La inteligencia artificial (IA) promete disparar la productividad, una vez se afiancen sus resultados imprecisos o erróneos. Es otro boom económico que no equivale necesariamente a prosperidad generalizada. ¿Pero podría ayudar la IA a echarle menos horas al trabajo, a evitar un desempleo masivo y a reducir enfermedades mentales? Hay quien está convencido de ello. De cara a 2033, el 28% de la fuerza laboral del Reino Unido podría ver recortada su jornada laboral de 40 a 32 horas por semana sin perder salario ni empeorar los resultados, uno de los grandes debates que hoy hay en torno al trabajo, según el think tank independiente Autonomy*. Hablamos de 8,8 millones de personas en Reino Unido y, según otro estudio del mismo centro de investigación, de otros 35 millones en EE UU.

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Evolución empleo

"Demasiados estudios sobre la IA se focalizan exclusivamente en la productividad, o plantean  un apocalipsis para el empleo. Nuestro estudio intenta mostrar que, cuando la tecnología se despliega en todo su potencial, pero cambiándole el propósito, no solo pueden mejorar las prácticas laborales, sino también el equilibrio entre las esferas privada y laboral de la vida", señalaba en su presentación su director de investigación, Will Stronge. La idea es combinar el aumento de la productividad —Goldman Sachs lo estima en 1,5 puntos porcentuales al año— y la mejora de las condiciones de las personas trabajadoras.

Jornada y salarios

La reducción del número de horas trabajadas ha sido uno de los dos factores que han permitido que las máquinas no hayan provocado la siempre temida debacle laboral a lo largo de la historia. Basta ver lo sucedido en países donde la robotización es mayor, como Corea del Sur, Japón, EE UU y Alemania, con un desempleo por debajo del 4%. El segundo factor que ha permitido esta paradoja ha sido la expansión de la demanda y la producción, fruto de subidas salariales. Así lo recoge Rafael Muñoz de Bustillo, profesor de la Universidad de Salamanca, en un artículo para Funcas* que bucea en las principales investigaciones realizadas sobre el impacto de la tecnología. 

Sin embargo, no son factores "automáticos": en las últimas décadas, subraya el autor, ha habido un parón en la reducción del tiempo de trabajo, y los salarios han menguado en peso sobre el conjunto de la economía, tanto en EE UU como en la Unión Europea.

¿Qué sucederá ahora? Entre augurios del fin de "la era del trabajo" como el del mediático académico Daniel Susskind, nos llegan mensajes contradictorios, según lo que se mida. El empleo ha aumentado más en las ocupaciones más expuestas a la IA, más aún entre jóvenes y trabajadores de mayor cualificación profesional, pero sin cambios significativos en las franjas de cualificación baja y media. Lo asegura el Banco de España* tras estudiar lo ocurrido en 16 países (incluida España) entre 2011 y 2019, fase de rápido crecimiento en la IA. Sus autores, que piden que los resultados sean tomados con "cautela", visto lo incipiente del desarrollo de la inteligencia artificial, apuntan, por otra parte, que el impacto en los salarios de la IA no ha sido significativo, de media.

Tampoco parecen oler a catástrofe los datos publicados por el trabajo del Departamento de Estadísticas Laborales de Estados Unidos en su revista Monthly Labour Review, que cubren el periodo desde 1999 y, con proyecciones, hasta 2029. "No parecen respaldar la idea de una pérdida acelerada de empleos en estos ámbitos [en alusión a las ocupaciones más susceptibles de verse afectadas por la IA, de la asesoría financiera a la traducción y la interpretación, pasando por la cirugía], ni la aparición de una brecha estructural en relación con la tendencia existente antes de la aparición de la IA". Así lo recoge también el citado artículo de Funcas. Por ahora, las nuevas tecnología alteran las tareas que realiza la gente, pero no forzosamente eliminan los empleos.

Peligro: más desigualdad

¿Cabrá interpretar en este sentido el pronóstico más reciente sobre la cuestión? El Fondo Monetario Internacional (FMI)* afirma que está expuesto a la IA el 40% del empleo mundial —el 60% en el caso de las economías avanzadas, a la vez mejor preparadas para sacar provecho de las nuevas tecnologías—. Las mujeres (así, en general) y los trabajadores con estudios superiores registran una mayor exposición y, a la vez, tienen mayores probabilidades de beneficiarse de ella, frente a las  dificultades que se auguran para los colectivos de mayor edad.

El gran peligro que advierte el propio FMI con relación a la IA es "el potencial de exacerbar la desigualdad entre países y dentro de un mismo país", y la posibilidad de "modificar la riqueza y la distribución de ingresos", aunque, si la productividad aumenta lo bastante, no descarta que las rentas salariales aumenten para "una amplia gama de personas trabajadoras".

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Exposición a la IA

Tras estimar el riesgo de exposición a la inteligencia artificial del 27% de la fuerza laboral en los países de la OCDE (el 28% en España), esta organización ha recomendado a los gobiernos de sus países que velen por que la IA vuelva más inclusivos sus mercados de trabajo. En una línea similar, el Foro Económico Mundial* prevé que, al menos hasta 2027, la IA generará empleo neto. A la vez, emite una alerta: 6 de cada 10 personas necesitarán formarse en los próximos cinco años... pero solo la mitad de la fuerza laboral tiene acceso a oportunidades de formación adecuadas.

"El cambio técnico puede afectar tanto a la cantidad de empleo como a su calidad y, en consecuencia, a la distribución de la renta y la desigualdad", apunta Muñoz de Bustillo, de modo que hace falta "un acuerdo sobre el modo de distribuir las ganancias de productividad". Habrá ganadores y perdedores. En  empleos y en calidad del empleo. 

"La IA llegará. Lo que importa es reflexionar sobre cómo queremos que llegue, sobre cómo hacemos para que beneficie a la mayoría de la población. Y la pobreza de tiempo, mal repartida, es uno de los retos de hoy", señala la economista Marta Curull, investigadora de la Universidad de Barcelona y miembro del colectivo Espai Zero Vuit.

Economistas como Daron Acemoglu y Simon Johnson apuntan a que, aunque, a su juicio, los gigantes tecnológicos americanos diseñan la IA para reemplazar a los trabajadores y para reducir su poder, "la historia económica muestra que no tiene por qué ser así".